Eilen Jewell, pastelitos de limón

Solo unas líneas antes del fin de semana para dejar constancia sobre el Mostrador del buen sabor de boca que dejó ayer el directo de Eilen Jewell en San Sebastián.

Simpática, dicharachera y con un esforzado a la vez que espontáneo castellano para dirigirse al público, la de Iowa se marcó un concierto de esos que no descubren la pólvora pero que siempre dejarán buen recuerdo. Algo así como un abrir un paquete de pasteles de limón: dulces pero con su punto ácido y siempre, ya sea tarde, mañana o noche, apetitosos. A base de versiones varias, acompañada por un grupo competente con el delicado virtuosismo de Jerry Miller a la guitarra, Loreta Lynn de fondo y enraizada en un sólido repertorio basado en el country y el Rock & Roll de los cincuenta, Jewell no defraudó a los iniciados en su discografía ni a los noveles.

Dos únicas pegas: no se marcó la versión de Wanda Jackson que alguien de entre el público reclamaba y los bises fueron demasiado cortos.  Yo llegué  a casa tarde, de madrugada y con ese hambre canina que hace echar mano de cualquier cosa en el frigorífico: estaba casi vacío.  Me acordé de los pastelitos de  limón….o de lo que fueran.

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